Día del Derecho a Jugar: aprender, crecer y soñar a través del juego.
Hola! :)
Sí… otra vez escribo sobre jugar. 😊
Es que no me canso de repetirlo: el juego es un aspecto fundamental de la infancia. Tanto, que está reglamentado como un derecho, y hoy —27 de septiembre— lo celebramos en Argentina en el Día del Derecho a Jugar.
Esta fecha conmemora la sanción de la Ley N.° 23.849, cuando nuestro país adhirió a la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (1990). Desde 1994, este tratado tiene rango constitucional en el artículo 75 de la Constitución Nacional, lo que lo convierte en un compromiso firme: garantizar que todos los niños y niñas tengan acceso al juego, al descanso y a las actividades recreativas como parte esencial de su desarrollo integral.
El juego no es un pasatiempo ni un “premio” después de las obligaciones. Es un derecho, al mismo nivel que la educación, la salud o la alimentación. Y es que, a lo largo de la historia y en todas las culturas, los hombres y mujeres hemos jugado. El juego nos acompaña desde siempre porque es una vía privilegiada de socialización, aprendizaje y prevención.
Cuando un niño juega, no solo se divierte. Investiga, explora, conoce el mundo que lo rodea y aprende a relacionarse con otros. A través de la actividad lúdica se construyen vínculos, se comunican emociones, se expresan ideas y se incorporan valores como la solidaridad, el respeto por turnos, el compañerismo y la convivencia.
Desde la mirada neuropsicopedagógica, los beneficios del juego son innumerables. Mientras el peque corre, imagina o inventa una historia, su cerebro trabaja en áreas claves para el aprendizaje:
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Expresividad emocional: el juego permite exteriorizar lo que sienten, dando forma a su mundo interior.
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Exploración y descubrimiento: cada juego es una puerta para conocer el entorno y sus reglas.
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Desarrollo motriz y control corporal: saltar, trepar, encestar, dibujar, todo implica coordinación y habilidades motoras.
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Respeto y convivencia: el juego por turnos o el compartir objetos fortalecen la empatía y la tolerancia.
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Creatividad e imaginación: un palo puede ser caballo, varita mágica o espada; la mente se expande.
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Lenguaje y memoria: inventar historias, repetir canciones o recordar reglas son estímulos poderosos para la cognición.
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Funciones ejecutivas: planificar, resolver problemas, tomar decisiones… todo eso sucede mientras juegan.
Por eso, cuando decimos que el juego es el trabajo de la infancia, no es una metáfora o sólo una linda frase... Es literalmente la forma más natural y eficaz en la que los peques aprenden y desarrollan su potencial.
Hoy, en este Día del Derecho a Jugar, te invito a que hagamos una pausa y abramos espacio para jugar. No importa si es una escondida en la casa, una rayuela en la vereda, un juego de mesa en la mesa del comedor o inventar personajes antes de dormir. Lo importante es que, en ese rato compartido, estamos garantizando un derecho, creando recuerdos felices y sembrando aprendizajes que los acompañarán toda la vida.
✨ Porque jugar no es perder el tiempo. Jugar es crecer, aprender y soñar.
¿Recordás cuál era tu juego favorito de la infancia? Dejámelo en comentarios, ¡quizás hoy sea el momento de revivirlo con tu hijo! 💜
Vale 💜
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